“Se los aseguro, ¿eh? Que si ustedes hacen este ejercicio de morderse la lengua en lugar de sembrar cizaña, las primeras veces se les hinchará la lengua, herida, porque el diablo nos ayuda en esto porque es su trabajo, su oficio: dividir”, dijo luego.
El Pontífice resaltó “nos hará bien preguntarnos: ¿Yo siembro paz? Por ejemplo, con mi lengua, ¿siembro paz o siembro cizaña?¿Cuántas veces hemos oído decir de una persona: ‘Pero, ¡tiene una lengua de serpiente!’, porque hace siempre lo que hizo la serpiente con Adán y Eva, ha destruido la paz?”.
“Esto es un mal, esta es una enfermedad en nuestra Iglesia: sembrar división, sembrar el odio, no sembrar la paz. Es bueno para nosotros que cada día nos hagamos esta pregunta: '¿Hoy sembré paz o sembré cizaña?'. 'Pero, a veces, hay que decir las cosas, porque aquél y aquella…': con esta actitud, ¿qué siembras tú?”
El Papa recordó que los cristianos están llamados a ser como Jesús, que “vino a nosotros para pacificar y reconciliar”: “si una persona, durante su vida, no hace otra cosa que reconciliar y pacificar, se la puede canonizar: esa persona es santa. Pero, debemos crecer en esto, debemos convertirnos: nunca una palabra que sea para dividir, nunca”.
“Nunca una palabra que traiga guerra, pequeñas guerras, nunca las habladurías. Yo pienso: ¿qué son las habladurías? 'Eh, nada, decir una palabrita contra otro o contar una historia: hizo esto…' ¡No! Decir habladurías es terrorismo porque el que las hace es como un terrorista que tira una bomba y se va, destruye: con la lengua destruye, no hace la paz. Pero, ¿es vivo eh? No es un terrorista suicida, no, no, él se cuida bien”.
Según señala Radio Vaticano, Francisco meditó en un pasaje del Evangelio en el que San Pablo muestra la tarjeta de identidad de Jesús: es el primogénito de Dios, es Dios mismo. El Padre lo ha enviado a “reconciliar y pacificar” a la humanidad después del pecado. “La paz es obra de Jesús”, dijo el Papa, de su “abajarse para obedecer hasta la muerte y muerte de cruz”.
“Cuando hablamos de paz o reconciliación”, aunque sean pequeñas paces, pequeñas reconciliaciones, tenemos que pensar en la “gran paz y en la gran reconciliación” que hizo Jesús”.
El Pontífice precisó que “sin Él la paz no es posible. Sin Él no es posible la reconciliación”. “Nuestra tarea es la de ser “hombres y mujeres de paz, hombres y mujeres de reconciliación”, en medio de las noticias de guerras, de odio, “incluso en las familias”.