EL FUTBOL UN ESPACIO PARA LA SANA CONVIVENCIA, LA RECONCILIACION Y LA PAZ.
Monseñor Alirio López.
En los últimos tiempos Colombia se ha visto empañada y maltratada por los actos vandálicos de unos mal llamados hinchas del Fútbol, o también unos pocos que les gustan ser denominados “barras bravas”. No podemos colectivizar conductas, tenemos que individualizar, y poner en cintura a aquellos que por sus actitudes y agresividades van alejando a los verdaderos seguidores de un equipo que lo que desean es acompañar dentro de un espíritu deportivo y en la integración familiar o grupal del barrismo, ser apoyo de la institución o de los programas que cada administración genere para allanar los caminos de la convivencia, del respeto y de la paz en los estadios.
No se puede justificar en ningún momento que actos vandálicos de unos pocos en cualquier estadio del país dejen secuelas de soledad, resentimiento, odio, venganza y familias agobiadas y con el dolor profundo de la perdida de su hijo, hermano o amigo.
El fútbol bien asumido y entendido, recrea, integra, fraterniza y nos forma con carácter altruista, para saber construir y nunca destruir. Saber ganar y celebrar, asumir las derrotas y los empates con espíritu de auto-regulación y nunca para descargar en el otro, hincha del equipo contrario nuestras agresividad, dolor, emotividad mal canalizada, o muchas veces peleas entre hinchas del mismo equipo.
Los esfuerzos que se han vendido realizando en diferentes ciudades, especialmente en Bogotá como ciudad pionera en este campo han sido importante en orden a generar una nueva cultura de barras, especialmente integrando a los líderes de las barras en los proyectos que cada ciudad tiene y desde la dirección general del mismo trazar líneas de acción que comprometan al colectivo de las barras a asumir comportamientos de respeto y tolerancia antes, durante y después de cada partido.
Son los líderes los responsables de saber coordinar, orientar, delegar, acompañar y generar confianza en el colectivo, sin otro interés que la integración y el crecimiento de la barra madurando y depurando de la misma a todos aquellos que se han equivocado y creen que pertenecer a una barra es asumir la ley y la justicia por sus propios medios.
Hay que formar en el espíritu de unas “BARRAS FUTBOLERAS”, que no se conviertan en grupos a los cuales se les alimenta el “ego” denominándolas “barras bravas”.
Las barras futboleras, tienen unos objetivos claros de productividad y competitividad. De construcción de comunidad y de acompañamiento a su equipo respetando y valorando todo proceso que genere convivencia y crecimiento en el interior de la misma, y buscando alternativas que mejoren la calidad de vida de sus integrantes.
Lo anterior no es únicamente responsabilidad de la administración de turno, es responsabilidad integral tanto de la Institución deportiva a la cual pertenecen como de los entes gubernamentales que ofrecen caminos o salidas con proyectos que generen convivencia, reconciliación, paz y tolerancia. Dónde queda la responsabilidad social de las Instituciones, frente a las barras futboleras? Qué proyectos se están trabajando para que la pertenencia a un equipo como hincha o barra futbolera no se quede únicamente en acompañar al equipo de una ciudad a otra o muchas veces los primeros buscando de diferentes formas la oportunidad de adquirir un pase para poder acompañar a su equipo?.
Las directivas de los equipos tienen un deber muy importante con la hinchada, y no es solamente contratar “excelentes” jugadores para lograr los objetivos del campeonato, esto es importante, deben generar espacios, crear proyectos, buscar soluciones, formar o capacitar a sus integrantes para ayudarles con alternativas de trabajo, y de esta forma aportar también gracias al apoyo que reciben de las diferentes administraciones, (como es el caso de Bogotá). El Principio de Responsabilidad Social, no le compete hacerlo realidad únicamente a las grandes empresas o monopolios del País, también en el Fútbol es un deber imperativo porque gracias a la hinchada los equipos encuentran el apoyo y se sienten estimulados, la fidelidad de la hinchada debe ser recompensada en algo, y no únicamente logrando estrellas.
Todos aportando, desde nuestra experiencia para que el fútbol vuelva a ser un espectáculo de integración, recreación, y encuentro familiar, lograremos rescatar los estadios de las manos violentas de algunos pocos mal llamados hinchas, y seguirle apostando a la Tolerancia, (respeto por el otro), a la Convivencia, (integración y auto-regulación) a la Hospitalidad (acogida y colaboración) a la Creatividad (que sea siempre una fiesta en paz y respeto por la vida del contrario).
Es deber de los líderes de las barras, de los parches, ir, depurando de su interior a todos aquellos que no tienen puesta la camiseta de su equipo bajo los principios anteriormente expuestos. No podemos colectivizar conductas, hay que individualizar. Un hincha forma parte de un parche o de una barra, pero su comportamiento y mentalidad agresiva no puede ser calificada como el estilo de vida o comportamiento del colectivo.
No podemos desconocer que hay muchos desadaptados en el interior de una barra, es importante valorar el esfuerzo de todos aquellos que tienen bajo su liderazgo la barra o el parche. Lo líderes nombrados por el grupo, necesitan de toda la barra, y deben ser reconocidos como un ejemplo de unión, de respeto, de capacidad de convocatoria y de confianza para crecer integralmente y aportar los mejor a su equipo y a la ciudad a la cual pertenecen.Un verdadero barrismo social es expresión de la cohesión de grupo, de la solidaridad, del respeto, de la convivencia, de la lealtad bien entendida como espacio para construir tejido social.
Hace unos días un muchacho de una de las barras de la capital lo oí decir lo siguiente: “ es que muchas veces se tiene que recurrir al robo o a la marihuana, o a las peleas, o al tumbao para que se nos tenga en cuenta….. Como no hay trabajo pues no hay otra salida sino hacer el mal….”El Fin no justifica los Medios. Y nunca se puede hacer justicia por sus propios medios.
No podemos seguir considerando que hay violencia porque no hay empleo, que se mata porque hay que comer, que se carga un arma porque hay inseguridad, que el que lleve una camiseta roja, verde, azul, o amarilla hay que quitarlo del camino porque no es de los nuestros y me cae mal.Una sociedad así donde impere la ley del mas fuerte, donde la permisividad nos aleja del cumplimiento voluntario de la ley, donde hay que robar para comer porque no hay mas que hacer, donde la inversión de valores nos aleja de formar conciencias moralmente rectas, es una sociedad que cada día se va alejando del principio fundamental que reza así: “Obra de tal manera que el máximo de tu obrar se convierta en ley necesaria y universal”.
El barrismo social ha de ser una escuela de formación permanente en el liderazgo positivo y de valores que comprometan el devenir de sus integrantes para construir espacios de vida, y de respeto, de alegría y de fortaleza, de integración y de disciplina altruista, en la solidaridad y corresponsabilidad de sus integrantes. Así se mejora calidad de vida y comenzaran a ser visto como un colectivo que construye y aporta para el bien del barrio de la localidad de la ciudad y del país.
Por un Fútbol manejado desde la fiesta, y no desde intereses de unos pocos, donde se forme al jugador integralmente, donde se forme al hombre primero y luego al futbolista, trabajemos todos, y todos somos todos, desde el hincha, el jugador, el técnico, el comentarista deportivo, el dirigente deportivo, el árbitro, etc.
Fórmenos desde la escuela, el colegio en los primeros pasos de la infancia para una NUEVA CULTURA DE BARRAS. Si no comenzamos a trabajar en esto, cuándo vamos a terminar esta violencia que está alejando a los verdaderos hinchas de los estadios, a la familia que cree en el fútbol? Y que hoy vemos muchos estadios solos porque el temor lo han impuesto algunos “angelitos” que buscan llamar la atención por la vía de la violencia. Defendamos el estadio como un lugar sagrado donde se celebra el RITUAL DEL FUTBOL, cada estadio debería ser un lugar de encuentro y sana de convivencia.